Recuerdo que cuando viajaba por el tenis, mi pasión de aquellos días de juventud, tenía entre mis objetivos ganar pero con el tiempo entendí que hay más cosas que componen la victoria.
La lealtad que íbamos construyendo con mi compañero de viaje -y equipo- era una de las cosas más importantes que nos dejaban las derrotas y victorias no solo de los partidos. Me di cuenta que aprendí poco a poco a no juzgarme ni juzgarle por los errores que cometíamos como equipo y a entender que las justificaciones son meros pasajes que uno transita cuando no quiere aceptar una responsabilidad. Aquella responsabilidad tenía mucho que ver con los buenos y malos momentos y la forma en la que los íbamos aceptando. Al final del día era eso: aceptar que hoy perdimos un partido y que mañana tendríamos una nueva oportunidad.
Otra cosa muy importante que me ha enseñado el deporte es que se puede llegar a conocer a alguien tanto que hasta cierto punto conseguimos comunicarnos sin palabras, por ejemplo como movernos en la cancha o como reaccionar a un ataque rival… Hoy me siento en la oficina y me doy cuenta que esa «comunicación sin palabras» ha pasado a lo profesional porque tengo la suerte y dicha que aquel compañero de viajes, partidos y demás aventuras es también un colega, somos parte de un equipo y finalmente amigos que no se juzgan ni se justifican sino que se entienden y progresan ¡y si! muchas veces sin palabras pero siempre buscando el match point. Ese punto de la victoria más importante que he tenido, un amigo con la a de amor.
Cuéntame, ¿qué te ha dejado el deporte a ti?